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Foto del escritorPaco Vazquez

Ansiedad, mi vieja amiga

Durante el tiempo que estuve viviendo en China, hubo un periodo, entre 2012 y 2013, en el que atravesé una situación difícil que afectó varios aspectos de mi vida durante más de un año. Con frecuencia sentía que me faltaba el aire y sentía una presión en el pecho. Incluso en compañía de gente conocida, me invadía una sensación de ahogo y una inquietud que me impedía disfrutar del momento. En ocasiones, la intensidad de estos síntomas era tal que me parecía estar a punto de perder el control. La incertidumbre y la incompresión sobre lo que me estaba pasando me sumían en un estado de desasosiego permanente. Se trataba, efectivamente, de ansiedad generalizada. De haber sabido identificar en su momento las señales relacionadas con este trastorno, quizás no hubiese tardado tanto en empezar a hacerle frente de forma efectiva.


Créditos de la foto: Paco Bernal

La inteligencia emocional, en particular la capacidad de autoconciencia, juega un papel fundamental en el manejo de la ansiedad. Esta habilidad nos permite identificar señales tempranas que nos ayudan a prepararnos con mecanismos de afrontamiento y buscar ayuda profesional si es necesario. La autoconciencia también nos permite detectar patrones de pensamiento que precipitan y acompañan a los síntomas fisiológicos de la ansiedad. Una vez que somos conscientes de estos patrones, podemos abordarlos con técnicas como el reframing.


Veamos a continuación, algunas de las señales más frecuentes que podemos reconocer asociadas a episodios de ansiedad:


  • Sensaciones físicas: Quizás los signos que podamos empezar a notar de manera más clara sea los que afectan a nuestro cuerpo. Entre las sensaciones físicas más comunes encontramos la tensión muscular, que se manifiesta como rigidez o dolor en los músculos, especialmente en la espalda, el cuello y los hombros. También podemos experimentar a veces un aumento de la frecuencia cardíaca y la respiración, de ahí esa habitual sensación de ahogo. En algunos casos, la ansiedad viene acompañada de sudoración, templores e incluso mareos leves. Finalmente, nuestros patrones de sueño también se ven afectados, pudiendo producir incluso insomnio.

  • Emociones relacionadas: La ansiedad no solo se refleja en nuestro cuerpo, sino también en nuestras emociones. Entre las más comunes encontramos la inquietud e irritabilidad, con constante nerviosismo y dificultad para relajarse. Así mismo podemos sentir miedo y aprensión, anticipando situaciones negativas. Es frecuente también experimentar una sensación de estar fuera de control, tal y como describía en la introducción.

  • Síntomas cognitivos: Entre los pensamientos más comunes que acompañan a la ansiedad se encuentran las preocupaciones excesivas e intrusivas, lo que se traduce en un constante rumiar sobre eventos pasados o futuros, lo que se relaciona con la mencionada anticipación de posibles problemas. Por otro lado, es habitual que catastroficemos situaciones, magnificando las consecuencias negativas de cualquier evento, por minúsculo que sea. Además, podemos experimentar pensamientos negativos sobre uno mismo, como críticas internas constantes o una baja autoestima.

Desarrollar la autoconciencia te permitirá convertirte en un mejor observador de tus propias emociones, pensamientos y sensaciones. Esta capacidad es crucial para detectar la ansiedad en sus primeras fases y desarrollar estrategias efectivas para manejarla antes que se intensifique. Recuerda que la información en esta entrada es meramente informativa y que la mejor opción en el caso de episodios agudos de ansiedad es el asesoramiento de un profesional. No dudes ni un momento en acudir a este servicio para obtener las herramientas y el apoyo necesarios.


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