Se estima que una persona adulta toma una media de 35000 decisiones al cabo del día. Desde la ropa que nos vamos a poner, la cantidad de leche que añadimos al café, o con quién vamos a pasar la tarde, ya sean más o menos cruciales, todas estas decisiones, por muy pequeñas que sean, acaban determinando de alguna manera nuestro bienestar. En este proceso, es clave el papel de nuestra inteligencia emocional. Cuando nos enfrentamos a múltiples opciones, este conjunto de habilidades, como la autoregulación o la empatía, nos ayudan a discernir entre lo que nos indica nuestra intuición y el razonamiento reflexivo.
Cuando nos sentimos angustiados o estamos dominados por la ira, es muy probable que tomemos decisiones impulsivas de las que luego nos arrepentiremos. Igualmente, un exceso de alegría y confianza puede afectar a nuestra capacidad para evaluar los riesgos de nuestras elecciones. Por ello, es importante desarrollar nuestra autoconciencia emocional, por la cual identificamos y comprendemos nuestras emociones, y cómo afectan nuestra toma de decisiones.
Igualmente, si logramos gestionar nuestras emociones de manera efectiva, podemos controlar nuestros impulsos y así elegir qué conductas vamos a llevar a cabo de manera más reflexiva. Esta es la función principal de la autorregulación, el componente de la inteligencia emocional que nos permite calmarnos cuando estamos enfadados, ansiosos, o frustrados por algún motivo. Junto a la autoconciencia, la autorregulación nos permite tomar decisiones menos impulsivas y evitar comportamientos perjudiciales para nosotros mismos o los demás.
¿Y qué ocurre con la motivación intrínseca? Este aspecto de nuestra inteligencia emocional nos impulsa a llevar a cabo acciones que van en consonancia con nuestros valores y las metas que buscamos alcanzar. Cuando logramos identificar nuestro propósito en la vida y lo que da sentido a la misma, es más sencillo y, a su vez, efectivo, elegir aquellas opciones que se alineen con nuestra motivación. De lo contrario, cuando no tenemos un propósito claro, es más probable que tomemos decisiones movidos por la urgencia, la presión social o, simplemente, de manera aleatoria.
Hay ocasiones en las que nuestras decisiones pueden afectar a otras personas de forma directa o indirecta. La empatía o capacidad de ponernos en el lugar de los demás y comprender sus necesidades y puntos de vista facilita que optemos por acciones más justas, responsables, y que posibiliten el bien común. Desarrollar nuestra empatía nos ayudar a reconocer de forma más eficaz las potenciales consecuencias de nuestras decisiones y de evaluar si estas pueden perjudicar de alguna forma a otras personas.
Por último, y en relación con la empatía, debemos hacer mención al papel de nuestras habilidades sociales en la toma de decisiones. ¿De qué manera nuestras destrezas comunicativas, capacidad de negociación, o cómo resolvemos los conflictos influyen en nuestras elecciones? Por ejemplo, potenciando la escucha activa podemos comprender más a fondo diferentes puntos de vista y recopilar información más completa que nos ayude a elegir la opción más efectiva. Por otra parte, cuando sabemos establecer relaciones saludables y de confianza, ampliamos nuestros recursos de apoyo que podrían ayudarnos a la hora de enfrentarnos a decisiones complejas en el futuro.
Es, por tanto, primordial cultivar los diferentes elementos de nuestra inteligencia emocional si queremos tomar decisiones más acertadas y que contribuyan a nuestro crecimiento personal y profesional. Podemos desarrollar cada uno de estos elementos en nuestro día a día a través de diferentes acciones, ya sea prestando más atención a nuestras emociones y pensamientos en diferentes situaciones, practicando técnicas de regulación del estrés, o escuchando con atención los diferentes puntos de vista a los que estamos expuestos. Todo ello facilitará que nos decantemos por aquellas opciones que nos lleven a una vida más plena y satisfactoria.
Enlaces recomendados:
Las emociones, factor clave en la toma de decisiones, artículo de María López de Silanes Asensi en Educa Web.
Inteligencia emocional y toma de decisiones, estudio de Luís Guillermo López Rodríguez para la Universidad Rafael Landívar (Guatemala).
Cómo la inteligencia emocional puede mejorar la toma de decisiones, artículo de la web Talent Smart EQ traducido al español en la página de Avant Ideas.
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