En los últimos años se ha hablado mucho del concepto de ecoansiedad o ansiedad climática, definida como una preocupación constante, y sensaciones de impotencia e irritabilidad asociadas a los efectos del cambio climático que estamos experimentando. Esta condición es un ejemplo de cómo la conciencia ambiental se relaciona con nuestra salud mental. En este post veremos la parte más positiva, cómo las acciones que llevamos a cabo para proteger nuestro medio ambiente repercuten en nuestro bienestar emocional y psicológico.
Son numerosos los estudios que demuestran una correlación positiva entre practicar actividades en la naturaleza, como hacer senderismo, jardinería, o simplemente observar la belleza de nuestro planeta, y la reducción de nuestros niveles de estrés y ansiedad (Marselle, M. R. et al., 2019; Sudimac, S. et al., 2022). Asimismo, existen investigaciones que prueban cómo pasar tiempo en la naturaleza aumenta los niveles de serotonina, lo que mejora nuestro estado de ánimo (Park, B-J. et al., 2020).
Pero los beneficios asociados a la naturaleza van más allá del mero contacto y experiencia con la misma. Por ejemplo, cuando nos involucramos activamente en la protección del medio ambiente podemos estimular un sentido de propósito y significado en nuestras vidas, amplificando los efectos positivos mencionados anteriormente asociados a nuestro bienestar. Al mismo tiempo, nuestras acciones conllevan un sentido de trascendencia ya que, al proteger el medio ambiente, estamos favoreciendo un legado positivo para futuras generaciones.
La semana pasada publiqué un plan de clase sobre el sentido de pertenencia y comunidad en alumnos de Primaria. Este aspecto también es fundamental para nuestra salud mental y puede ser igualmente favorecido a través de nuestras actividades para proteger nuestro planeta. Hay multitud de organizaciones, clubs, grupos de voluntarios, y otras comunidades que comparten la misma meta común y con las que podemos colaborar de manera activa. En estos espacios, donde conectamos con otras personas que comparten nuestros mismos valores y objetivos, no nos sentiremos aislados en nuestro propósito de mejorar el planeta. Por otra parte, debemos recordar los beneficios asociados al establecimiento de nuevas redes sociales de apoyo, que enriquecen nuestras vidas y nos ofrecen ayuda en los momentos duros.
Finalmente, no podemos obviar el efecto que tomar medidas para proteger el medio ambiente tiene en nuestra autoestima y autoconfianza. Cuando pasamos de una actitud pasiva y conformista a una dinámica caracterizada por acciones que, si bien pueden parecer pequeñas, generan un impacto positivo en nuestra comunidad, pasamos a ser agentes de cambio, lo que provoca una experiencia de empoderamiento. Nos damos cuenta de que tenemos la capacidad y las habilidades para ejercer una diferencia positiva, lo que alimenta nuestra autoestima. Igualmente, como se comentó anteriormente, al darnos cuenta de que estamos contribuyendo con nuestras acciones a un futuro más sostenible, es natural sentirse orgullosos de nosotros mismos y conscientes de que podemos hacer frente a los retos asociados al medio ambiente.
En definitiva, proteger el medio ambiente no solo beneficia a nuestro planeta sino también a nuestra salud mental. Hay infinidad de pequeñas acciones y hábitos ecológicos que podemos llevar a cabo. No hace falta que vayamos al museo a lanzar pintura a un cuadro de Monet o a encadenarnos a las puertas del Congreso para ser activistas medioambientales. Podemos intentar usar menos energía, reducir nuestro consumo de carne, o disminuir el número de residuos que envíamos a los vertederos. También podemos prestar atención a los productos que consumimos y los servicios que utilizamos, y como las empresas que lo proporcionan están comprometidas o no con la protección de nuestro ecosistema. Y si vuestra agenda nos lo permite y tenemos la oportunidad, podéis buscar organizaciones en vuestra comunidad con proyectos de protección medioambiental y ofrecer vuestro tiempo de manera voluntaria. Al final, de una manera o de otra, ya sea a corto o largo plazo, todos saldremos ganando.
Referencias:
Marselle, M. R., Warber, S. L., & Irvine, K. N. (2018). Growing Resilience through Interaction with Nature: Can Group Walks in Nature Buffer the Effects of Stressful Life Events on Mental Health? International Journal of Environmental Research and Public Health, 16(6), 986. https://doi.org/10.3390/ijerph16060986
Park, B., Shin, C., Shin, W., Chung, C., Lee, S., Kim, D., Kim, Y., & Park, C. (2019). Effects of Forest Therapy on Health Promotion among Middle-Aged Women: Focusing on Physiological Indicators. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17(12), 4348. https://doi.org/10.3390/ijerph17124348
Sudimac, S., Sale, V., & Kühn, S. (2022). How nature nurtures: Amygdala activity decreases as the result of a one-hour walk in nature. Molecular Psychiatry, 27(11), 4446-4452. https://doi.org/10.1038/s41380-022-01720-6
Recursos recomendados:
Medio ambiente y salud mental: ¿cuál es su relación?, artículo del periodista Renato Henríquez Salazar en la página de la Universidad de Chile.
Los impactos de la sostenibilidad en la salud mental, artículo de la Dra. Elizabeth Verde en la página de Sigma Earth.
10 consejos para apoyar la salud mental de los niños frente al cambio climático, artículo de Paula Elizalde en la web del Grupo Educar.
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